Al contrario de lo que muchos piensan, ni los juanetes ni los callos se heredan. Mantener una serie de hábitos saludables nos evitarán dolencias que van del tobillo a la columna.
La podología es mucho más que limarse las uñas o quitarse los callos. Un correcto cuidado del pie, la única parte de nuestro cuerpo en contacto permanente con el suelo, es un seguro de vida presente y futuro. Ahora que el tiempo nos permite viajar, caminar y cambiar de calzado, adoptar una serie de hábitos nos evitarán lesiones que pueden ir desde el tobillo a la columna. Dolencias perfectamente evitables con media docena de consejos prácticos.
Se puede vivir sin callos
Víctor Alfaro, director general de Podoactiva
Por pereza o por desconocimiento, hay quien piensa que tener callos es algo normal. Incluso hay quien puede verlos necesarios, pues dotan de un mayor grosor la planta de nuestros pies. «El callo solo es una respuesta de la piel a un punto de presión mantenido en el tiempo», resume Víctor Alfaro, director general del Podoactiva y podólogo del primer equipo del Real Madrid. «Es decir, tú haces un callo en un sitio porque estás haciendo una presión más fuerte de lo normal. Y al hacer presión la piel responde generando una piel más dura y más dura».
¿Cómo se arreglarían? Pues corrigiendo esas presiones utilizando un calzado mejor o a través de plantillas que solo puede suministrar un especialista. «Se puede mejorar calzándose decentemente e hidratando el pie, porque es de las cosas más agradecidas. Si la gente se hidratase bien el pie, una parte de las callosidades le desaparecería», concluye Alfaro.
Los juanetes no se heredan
Los juanetes son una deformidad que surge tras mucho tiempo pisando de forma inadecuada, por lo que también son perfectamente evitables; no son como las canas o la calvicie. «Lo que tú heredas es la forma de pisar que te produce el juanete», explica Alfaro. «Si tú heredas o adoptas una forma de pisar en valgo (metiendo la carga en el primer metatarsiano), y la mantienes en el tiempo, vas a desarrollar un bulto de hueso: el juanete. Pasaría igual que si empezases a darte golpes en un hombro durante diez años. Acabarías desarrollando un bolo de hueso».
Fragmento de una de las diapositivas que ilustran «Todo comienza por un paso» (Alienta), el libro que acaba de publicar Víctor Alfaro – Cortesía de Alienta Editorial
¿Cómo se evitaría? Pues como casi todo: eligiendo un calzado mejor (en mujeres usar tacones durante mucho tiempo está desaconsejado) y corrigiendo nuestra manera de pisar. De nuevo, un podólogo experto encontrará la forma para que no pisemos en valgo y desarrollemos el juanete.
Las chanclas, solo en la ducha
Aunque el calor apriete y apetezca ir por la vida en chancletas, hacer turismo o pasear con este tipo de calzado no es recomendable. «La chancla no está diseñada para caminar. Es un buen elemento para que no te contagies de un hongo o de un papiloma en una piscina o en un vestuario, pero no está pensada para caminar», responde el podólogo. «Cuando tú caminas con una chancla, tiendes a hacer “garra” con los dedos para no perder la chancla. Y esa garra mantenida en el tiempo provoca muchísimos problemas, aparte de que es un calzado totalmente inestable. Lo primero que te puede generar es una fascitis plantar, porque estás sobrejercitando la fascia en cada paso que das».
¿Cómo se evitaría? Si hace mucho calor, usando una sandalia diseñada para caminar y que tenga la sujeción adecuada (que las hay). «Pero si lo que vamos es a patear Roma yo aconsejaría ponerse unas zapatillas, que tampoco pasa nada», insiste Alfaro.
Una piel 50 veces más gruesa
El cuidado de los pies tiende a ser el «patito feo» de nuestra atención diaria, sin embargo, esta extremidad merece un cariño especial. «No nos vale la crema de las manos o de la cara para los pies porque la piel del talón es 50 veces más gruesa que la de la mejilla», avisa el director de Podoactiva. «Tú puedes tener una crema carísima para la cara que al talón le va a hacer muy poco. No se trata de buscar una crema muy cara sino de buscar una crema indicada para el pie. Lo más sencillo sería una crema de urea del 20%, que hay muchísimas en el mercado».
Después, lo ideal es aplicarla antes de irnos a dormir, porque si lo hacemos de día lo que hacemos es «macerar el pie» entre el sudor y la crema. «Un consejo para reparar talones totalmente destrozados es poner la crema y envolver el talón en papel de plástico (el que se usa en cocina) durante toda la noche. Eso en dos o tres noches te restaura el talón».
Seis consejos imprescindibles
– Los callos ni son «normales» ni te hacen más fuerte. Son una reacción de la piel y se deben evitar
– Los juanetes no se heredan y se puede prevenir su aparición fácilmente revisando nuestra pisada
– Las chanclas y algunas sandalias no están diseñadas para caminar. Es mejor usar calzado fijo
– Hidratando los pies se evitan la mayoría de los callos. Una crema de urea 20%, la mejor solución
– El pintauñas está bien para el verano, pero no es recomendable llevar los pies pintados todo el año
– Es más fácil quemarse los pies por el sol que por pisar un suelo caliente. Debes echarles crema
El pintauñas, sin abusar
Las uñas son tejidos vivos, por lo que conviene limarlas bien y no asfixiarlas con esmaltes. «Lo normal sería cortar la uña recta pero sin dejar esquinas. También hay que dejar que llegue al final del dedo, porque la uña está para protegerlos», expone Alfaro. Otro problema recurrente ahora que llega el verano es el uso del pintauñas, del que no conviene abusar: «Hay esmaltes que están mejor diseñados que otros. Pero aunque sea bueno no aconsejamos que alguien lleve todo el año las uñas pintadas porque al final la uña es un tejido vivo que está en funcionamiento permanentemente, descamando la capa de arriba y tirando las de abajo hacia la superficie. No pasa nada porque una chica se pinte las uñas, pero tampoco vayas todo el verano con las uñas pintadas porque no les haces un favor».
Cuidado con el sol
Con los primeros días de playa y piscina conviene proteger los pies del sol y de las superficies calientes. En contra de lo que puede parecer, suele haber más quemaduras en los pies por falta de crema que por pisar arena o suelos recalentados. «No es fácil que uno se queme solamente por la temperatura de la arena, porque es muy poco tiempo de exposición. Es más fácil que se quemen por el sol –explica Alfaro–. ¿Por qué? Porque los has llevado todo el año escondidos. En la cara y en los brazos más o menos te da el sol a lo largo del año, pero en la planta del pie no te ha dado nada. Es entonces cuando te pones boca abajo y se te quema la planta del pie».
¿Cómo actuar? «Si uno nota que se ha quemado lo que tiene que hacer es tratarlo como una quemadura, es decir, enfriándola cuanto antes. Si notas que te has quemado los pies lo primero es meterlos en agua», concluye el podólogo.
Fuente: https://www.abc.es/sociedad/abci-cuidar-pies-para-vivir-mejor-201806170451_noticia.html